I love baking bread. The sweet-sour smell of fresh, wild yeast is fascinatingly complex. Watching simple ingredients transform over time from lumpy, shaggy dough to the soft, stretchy dome is nothing short of a miracle. Nothing changes to my eye, but the factor of time allows for everything to change inside that mixing bowl.
Jesus compares the kingdom of heaven to a woman who adds yeast to flour in order to leaven the whole batch. As a very amateur baker, I have a few observations about Jesus’ analogy.
Yeast is everywhere. Even if you aren’t a baker, there is still yeast in your kitchen. To make a sourdough bread starter, you mix plain flour and water in a bowl and let it sit out. Next day, add a little more. Next day, same thing. Within about 5 days, there will be bubbles in your bowl you did not put there. Welcome to your newest member of the family, wild yeast.
The kingdom of heaven is in the here and now. Jesus’ presence on earth, His Passion, Death and Resurrection made it an accessible reality through His gift of the Eucharist. Jesus said that where two or three are gathered in His name He would be among them. We receive the gift of the Holy Spirit dwelling within us. God is everywhere, and He is specifically within you. Just as yeast is everywhere, the kingdom of heaven is all around us.
Yeast is basically an organism with a single purpose – eat as much sugar as possible. As the yeast moves through a dough mixture, it seeks out sources of sugar which it then converts into carbon dioxide. The carbon dioxide bubbles then cause the dough as a whole to rise.
In his Angelus message from July 26, 2020, Pope Francis called Christians to “become healthy restless seekers of the kingdom of heaven.” Just as yeast will relentlessly seek out all the sources of sugar in a bread dough, so too should we continue to seek out sources of nourishment for our faith journey. If we seek the kingdom, we will change and the world around us will change as well.
The next time you go to buy (or make) bread, pause and be thankful for the yeast which caused that loaf to rise. You can then ask God where He wants you to go out, seeking His kingdom, to bring about the transformation of the world.
Me encanta hacer pan al horno. El olor agridulce de la levadura silvestre fresca es fascinantemente complejo. Ver cómo con el tiempo los ingredientes simples se transforman de una masa grumosa y enmarañada a una cúpula suave y elástica es nada menos que un milagro. A mi modo de ver, nada cambia, pero el factor del tiempo permite que todo cambie dentro de ese tazón.
Jesús compara el reino de los cielos con una mujer que añade levadura a la harina para leudar toda la masa. Como panadero muy aficionado, tengo algunas observaciones sobre la analogía de Jesús.
La levadura está en todas partes. Incluso si no eres panadero, todavía hay levadura en tu cocina. Para hacer un iniciador de pan de masa fermentada, mezcle harina y agua en un tazón y déjelo reposar. Al día siguiente, agregue un poco más. Al día siguiente, lo mismo. Dentro de aproximadamente 5 días, habrá burbujas en tu tazón que no pusiste allí. Bienvenido al nuevo miembro de tu familia, la levadura silvestre.
El reino de los cielos está en el aquí y ahora. La presencia de Jesús en la tierra, su Pasión, Muerte y Resurrección lo hizo una realidad accesible a través de Su don de la Eucaristía. Jesús dijo que donde dos o tres se reúnan en Su nombre, Él está allí con ellos. Recibimos el don del Espíritu Santo que habita en nosotros. Dios está en todas partes y está específicamente dentro de ti. Así como la levadura está en todas partes, el reino de los cielos está a nuestro alrededor.
La levadura es básicamente un organismo con un solo propósito: comer tanta azúcar como sea posible. A medida que la levadura se mueve a través de una mezcla de masa, busca fuentes de azúcar que luego convierte en dióxido de carbono. Las burbujas de dióxido de carbono hacen que la masa entera se levante.
En su mensaje del Ángelus del 26 de julio de 2020, el Papa Francisco llamó a los cristianos a “convertirse en buscadores sanos e inquietos del reino de los cielos”. Así como la levadura busca sin cesar todas las fuentes de azúcar en una masa de pan, también debemos seguir buscando fuentes de alimento para nuestro camino de fe. Si buscamos el reino, nos cambiamos y el mundo que nos rodea también cambiará.
La próxima vez que vayas a comprar (o hacer) pan, haz una pausa para ser agradecida por la levadura que hizo que la hogaza creciera. Luego puedes preguntarle a Dios a dónde quiere que vayas, buscando Su reino, para lograr la transformación del mundo.
Kate Taliaferro is an Air Force wife and mother. She is blessed to be able to homeschool, bake bread and fold endless piles of laundry. When not planning a school day, writing a blog post or cooking pasta, Kate can be found curled up with a book or working with some kind of fiber craft. Kate blogs at DailyGraces.net.
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