There is great depth in today’s readings. I had to read and take to prayer both passages many times during my preparation for this reflection. It is a gift to spend time with the Bible. Every reading of these Sacred Scriptures finds me at a different time in my life experiences as well as the happenings in the world.
In the first reading, Paul was brought before the whole Sanhedrin, which consists of Sadducees and Pharisees. A Pharisee himself, as his father was before him, Paul addressed the group, “ I am on trial for hope in the resurrection of the dead.” His statement caused an uproar amongst the membership due to the fact that Sadducees believed that there was no resurrection, angels or spirits and Pharisees acknowledged all three of these things.
The commander of the guard noticed how serious the situation was and had Paul rescued from the midst of the compound by his troops. Paul was saved from this situation so he could speak the truth of Jesus’ resurrection and love throughout Rome, as the Lord asked him to.
The Gospel contains a phrase that really caught my attention. Jesus prayed with his eyes lifted to heaven: “they are your gift to me.” (Jn 17:24) Wait, what did I just read? It has never occurred to me that we are a gift from the heavenly Father to Jesus.
Wow. We are a gift to spread the love of the Lord throughout the world as His disciples. We are to do this through the words, witness and message of Jesus Christ. Every person is a gift created in the image of God. We know this because Jesus refers to his disciples as brothers and sisters.
The gifts of the Holy Spirit are intensified in each person who receives the sacraments of the Catholic Church. Every time I receive the sacrament of Reconciliation or Eucharist it is a gift from the Lord to nourish and sustain me to stay on the path of truth and light.
I look forward to the celebration of Pentecost this coming Sunday! Come Holy Spirit!
Hay gran profundidad en las lecturas de hoy. Tuve que leer y orar ambos pasajes muchas veces durante mi preparación para esta reflexión. Es un regalo pasar tiempo con la Biblia. Cada vez que leo las Sagradas Escrituras me encuentro en un momento diferente de mi vida con todas sus experiencias, y los acontecimientos del mundo son diferentes también.
En la primera lectura, Pablo fue llevado ante todo el Sanedrín, compuesto por saduceos y fariseos. Pablo, que era fariseo, como lo fue su padre también, se dirigió al grupo: “me quieren juzgar porque espero la resurrección de los muertos”. Su declaración causó un gran revuelo entre los miembros debido al hecho de que los saduceos creían que no había ni resurrección, ni ángeles ni espíritus, y los fariseos reconocían estas tres cosas.
El comandante de la guardia se dio cuenta de la gravedad de la situación e hizo que sus tropas rescataran a Pablo del medio del recinto. Pablo fue salvado de esta situación para poder hablar la verdad de la resurrección y el amor de Jesús por toda Roma, como el Señor se lo pidió.
El Evangelio contiene una frase que realmente me llamó la atención. Jesús oró con los ojos elevados al cielo: “los que me has dado”, (Jn 17,24) en otras palabras, los que me has regalado. Un momento. ¿Qué acabo de leer? Nunca se me había ocurrido que somos un regalo del Padre celestial hacia Jesús.
¡Increíble! Somos un regalo para difundir el amor del Señor por todo el mundo como Sus discípulos. Debemos hacer esto a través de las palabras, el testimonio y el mensaje de Jesucristo. Cada persona es un don creado a imagen de Dios. Sabemos esto porque Jesús se refiere a sus discípulos como hermanos y hermanas.
Los dones del Espíritu Santo se intensifican en cada persona que recibe los sacramentos de la Iglesia Católica. Cada vez que recibo el sacramento de la Reconciliación o la Eucaristía es un regalo del Señor para nutrirme y sostenerme para permanecer en el camino de la verdad y la luz.
¡Espero con ansias la celebración de Pentecostés el próximo domingo! ¡Ven, Espíritu Santo!
Beth Price is part of the customer care team at Diocesan. She is a Secular Franciscan (OFS) and a practicing spiritual director. Beth shares smiles, prayers, laughter, a listening ear and her heart with all of creation. Reach her here bprice@diocesan.com.
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