It’s pretty incredible how our bodies react to certain stimuli. For example, what a difference rays of warm sunshine make after a couple months of cloudy cold. Out come the sweatshirts, the sandals and the ice cream! No kidding, we had ice cream cones in the first week of February because the sun finally came out. My kids all thought it was summertime and obviously mommy did too.
We were all more excited, more joyful, and had more energy. We played pickleball in the driveway, tossed a football around in the front yard and spent time swinging on the swings. All of that happened because the sun came out!
Can you imagine what happens in our interior when met with spiritual stimuli? I was taught that you cannot spend time in front of the Blessed Sacrament without being changed. Perhaps we don’t feel any different, and maybe we don’t even act terribly differently, but a part of our soul is changed forever because we have spent time in the presence of our Divine Maker.
The difficult reality that we then face is that this change within us may not be welcome by those around us. In today’s Gospel, Jesus tells the parable of a man who leased his vineyard to tenant farmers who beat and killed his servants and eventually his beloved son. This, of course, prefigures Jesus’ own passion and death.
Jesus did not deserve the torture and death he received. It was his consequence for doing what he was asked to do, for being a light to the world. And potentially, it could be our consequence too, as it was for St. Charles Lwanga and countless other martyrs who have gone before us. We often do not deserve the punishments life throws at us, nor do we seek them out, yet they happen nonetheless. The loss of friendships, the disdain of coworkers, or the isolation from family members… Yet we are called to march onward, ever moving forward toward our goal.
I invite you to choose one thing today that will make an impact on your soul. Ask St. Charles Lwanga for his intercession to be bold enough that your interior change will be visible. Let your love shine even in the darkest places. Let a positive spirit ring out in a negative environment. Let truth outshine gossip. And may the Holy Spirit guide you always.
Es bastante increíble cómo reacciona nuestro cuerpo ante ciertos estímulos. Por ejemplo, qué diferencia hacen unos rayos de sol cálidos después de un par de meses de frío y nubes. ¡Ya salen las sudaderas, las sandalias y el helado! No es broma, comimos barquillos de helado en la primera semana de febrero porque finalmente salió el sol. Todos mis hijos pensaban que era verano y obviamente la mamá también.
Todos estábamos más emocionados, más alegres y teníamos más energía. Jugamos pickleball en el camino de entrada, lanzamos una pelota de fútbol en el patio delantero y pasamos tiempo columpiándonos. ¡Todo eso pasó porque salió el sol!
¿Te imaginas lo que sucede en nuestro interior ante estímulos espirituales? A mí me enseñaron que no se puede pasar tiempo frente al Santísimo Sacramento sin quedar cambiado. Quizás no nos sentimos diferentes, y quizás ni siquiera actuamos de una forma muy distinta, pero una parte de nuestra alma cambia para siempre porque hemos pasado tiempo en presencia de nuestro Divino Creador.
La difícil realidad a la que nos enfrentamos entonces es que este cambio dentro de nosotros puede ser no bienvenido por quienes nos rodean. En el Evangelio de hoy, Jesús cuenta la parábola de un hombre que alquiló su viña a unos viñadores que golpearon y mataron a sus sirvientes y, finalmente, a su amado hijo. Esto, por supuesto, prefigura la propia pasión y muerte de Jesús.
Jesús no merecía la tortura y la muerte que recibió. Fue su consecuencia por hacer lo que se le pidió, por ser luz al mundo. Y potencialmente, podría ser nuestra consecuencia también, como lo fue para San Carlos Lwanga y muchos otros mártires que nos precedieron. A menudo no merecemos los castigos que nos lanza la vida, ni los buscamos, pero aún así suceden. La pérdida de amistades, el desprecio de los compañeros de trabajo o el aislamiento de los miembros de la familia… Sin embargo, estamos llamados a marchar hacia adelante, avanzando siempre hacia la meta.
Te invito a elegir hoy una cosa que impacta tu alma. Pide a San Carlos Lwanga su intercesión para ser lo suficientemente audaz como para que tu cambio interior sea visible. Deja que tu amor brille incluso en los lugares más oscuros. Deja que un espíritu positivo resuene en un ambiente negativo. Deja que la verdad sobresale ante los chismes. Y que el Espíritu Santo los guíe siempre.
Feature Image Credit: Jopwell, pexels.com/photo/woman-in-blue-suit-jacket-2422293/
Tami Urcia grew up in Western Michigan, a middle child in a large Catholic family. She spent early young adulthood as a missionary in Mexico, studying theology and philosophy, then worked and traveled extensively before finishing her Bachelor’s Degree in Western Kentucky. She loves tackling projects, finding fun ways to keep her little ones occupied, quiet conversation with the hubby and finding unique ways to love. She works full time at Diocesan, is a guest blogger on CatholicMom.com and BlessedIsShe.net, and has been doing Spanish translations on the side for over 20 years.