That’s a pretty bleak title for the Feast of the Presentation of the Lord isn’t it? I think it is important from time to time to think about the power that death has in our world. It doesn’t take very much searching to find a headline about death or destruction. Maybe you have experienced death in your family or know of people who have. Death seems to be very powerful. But there is another power that is much stronger than death. Not that this power doesn’t know death or hasn’t intimately experienced, but death has no hold on this power like it might for you and me. Of course, I am speaking of the power of the Gospel and of Christ.
Paul proclaims in Romans 1:16, ” For I am not ashamed of the gospel: it is the power of God for salvation to everyone who has faith.” That is what we are reminded of on this Feast Day as the Lord is presented in the temple. This little child has come to defeat death and free us. The second reading today makes this even clearer as it states, “Since the children share in blood and flesh, Jesus likewise shared in them, that through death he might destroy the one who has the power of death, that is, the Devil, and free those who through fear of death had been subject to slavery all their life.”
This is the reason I think it is important to think about death and how it has affected us in our own lives. At the end of the day, God himself entered death in order to conquer it once and for all. We are all enslaved in one way or another to death. Maybe we fear it or maybe it has taken a loved one. But if we believe that the Gospel is real power and that Christ entered death in order to defeat it, then we no longer need to be afraid.
These are nice words of course, but it becomes very difficult when we are confronted with the reality of death in our own lives. These are the moments where Christ reminds us that he has been there. He has experienced it and he does not leave us alone. He wants to walk with us and conquer death in our very specific circumstances so that we might be freed from slavery and live in his life.
I encourage you on this Feast Day, to reflect on the child Jesus being presented to Simeon. He knew that this small child would one day rid the world of death and destruction and bring things back to how they were originally intended to be. That should give us much cause for rejoicing.
From all of us here at Diocesan, God bless!
Es un título bastante sombrío para la Fiesta de la Presentación del Señor, ¿verdad? Creo que es importante pensar en el poder que tiene la muerte en nuestro mundo de vez en cuando. No hace falta buscar mucho para encontrar un titular sobre la muerte o la destrucción. Tal vez hayas experimentado la muerte en tu familia o conozcas a personas que la hayan experimentado. La muerte parece ser muy poderosa. Pero hay otro poder que es mucho más fuerte que la muerte. No es que este poder no conozca la muerte o no la haya experimentado íntimamente, pero la muerte no tiene dominio sobre este poder como podría tenerlo para ti y para mí. Por supuesto, hablo del poder del Evangelio y de Cristo.
Pablo proclama en Romanos 1,16: “Porque no me avergüenzo del evangelio: es poder de Dios para salvación a todos los que tiene fe”. Eso es lo que se nos recuerda en este día festivo cuando el Señor se presenta en el templo. Este pequeño niño ha venido para vencer a la muerte y liberarnos. La segunda lectura de hoy deja esto aún más claro cuando dice: “Todos los hijos de una familia tienen la misma sangre; por eso, Jesús quiso ser de nuestra misma sangre, para destruir con su muerte al diablo, que mediante la muerte, dominaba a los hombres, y para liberar a aquellos que, por temor a la muerte, vivían como esclavos toda su vida”.
Esta es la razón por la que creo que es importante pensar en la muerte y cómo nos ha afectado en nuestras propias vidas. Al fin y al cabo, Dios mismo entró en la muerte para conquistarla de una vez por todas. Todos estamos esclavizados de una forma u otra a la muerte. Quizás lo tememos o quizás se haya llevado a un ser querido. Pero si creemos que el Evangelio es poder real y que Cristo entró en la muerte para derrotarlo, entonces ya no debemos tener miedo.
Estas son bonitas palabras, por supuesto, pero se vuelven muy difíciles cuando nos enfrentamos a la realidad de la muerte en nuestras propias vidas. En estos momentos, Cristo nos recuerda que él mismo lo ha experimentado y no nos deja solos. Quiere caminar con nosotros y conquistar la muerte en nuestras circunstancias tan específicas para que podamos ser liberados de la esclavitud y vivir en su vida.
Les animo en este día festivo a reflexionar sobre la presentación del niño Jesús a Simeón. Sabía que este pequeño niño algún día libraría al mundo de la muerte y la destrucción y devolvería las cosas a cómo debían ser originalmente. Esto debería darnos muchos motivos para regocijarnos.
De parte de todos nosotros aquí en Diocesano, ¡Dios los bendiga!
Tommy Shultz is a Business Development Representative for Diocesan. In this role he is committed to bringing the best software to dioceses and parishes while helping them evangelize on the digital continent. Tommy has worked in various diocese and parish roles since his graduation from Franciscan University with a Theology degree. He hopes to use his skills in evangelization, marketing, and communications, to serve the Church and bring the Good News to all. His favorite quote comes from St. John Paul II, who said, “A person is an entity of a sort to which the only proper and adequate way to relate is love.”
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