What strikes me most in today’s reading from the book of Galatians, as well as from the Gospel reading, is the variety of ways we can be displeasing to God while hurting ourselves and others. From sorcery to drinking bouts, from impurity to selfishness, St. Paul covers a lot of ground. In the Gospel reading, Jesus takes the hypocritical religious leaders to task, issuing fearsome warnings for their pride and false piety.
So what are we mere human beings to do? There are so many ways to go wrong! God knows our weakness and provides a remedy. He gives us the Holy Spirit, who lives inside of us and enables us to become holy, if we cooperate with his movements.
As adults, we know that when we walk into a room of children who are brawling, we need to act. We can either isolate them from one another (perhaps by plugging them into an electronic gadget), or we can teach them how to think and act virtuously. We may foster virtue by helping them communicate more effectively, or by initiating an interactive game, or by channeling their youthful energy into raking an elderly person’s yard.
The same principle is true for adults who sin. Temptation to do wrong can become an opportunity for growth. As adults, we must monitor ourselves through frequent self-examination in order to recognize and repent of our own bad behavior. If we really want to grow in virtue, isolating ourselves (perhaps scrolling on our phones or binge watching a show) is ineffective. We must get busy doing good. St. Jerome, in the 4th century, said it this way: “Engage in some occupation, so that the devil may always find you busy.”
Serving others is one particularly good way to stay busy! Many Catholics are familiar with the traditional “Works of Mercy” which help us consider what it means to serve others. The Corporal Works of Mercy are: feed the hungry, give drink to the thirsty, clothe the naked, visit those in prison, shelter the homeless, and visit the sick. The Spiritual Works of Mercy are: admonish the sinner, instruct the ignorant, counsel the doubtful, comfort the sorrowful, bear wrongs patiently, forgive all injuries, and bury the dead. There are myriad ways to assist others and to reach them with love of Christ.
The First Reading says, “Now those who belong to Christ Jesus have crucified their flesh with its passions and desires. If we live in the Spirit, let us also follow the Spirit.” When we are busy following the Spirit and doing God’s work, we will have little time for behavior that is destructive both to us and to others.
Lo que más me llama la atención en la lectura de hoy del libro de Gálatas, así como de la lectura del Evangelio, es la variedad de formas en que podemos desagradar a Dios mientras nos lastimamos a nosotros mismos y a los demás. Desde la hechicería hasta las borracheras, desde la impureza hasta el egoísmo, San Pablo cubre mucho terreno. En la lectura del Evangelio, Jesús reprende a los líderes religiosos hipócritas, emitiendo temibles advertencias por su orgullo y falsa piedad.
Entonces, ¿qué vamos a hacer nosotros, meros seres humanos? ¡Hay tantas maneras de equivocarse! Dios conoce nuestra debilidad y nos provee un remedio. Él nos da el Espíritu Santo, que vive dentro de nosotros y nos permite ser santos, si cooperamos con él.
Como adultos, sabemos que cuando entramos en una habitación con niños peleando, debemos actuar. Podemos aislarlos unos de otros (tal vez conectándolos a un aparato electrónico), o podemos enseñarles cómo pensar y actuar de manera virtuosa. Podemos fomentar la virtud ayudándolos a comunicarse de manera más efectiva, o iniciando un juego interactivo, o canalizando su energía juvenil para rastrillar el jardín de una persona mayor.
El mismo principio es cierto para los adultos que pecan. La tentación de hacer el mal puede convertirse en una oportunidad de crecimiento. Como adultos, debemos monitorearnos a nosotros mismos a través de un autoexamen frecuente para reconocer y arrepentirnos de nuestro propio mal comportamiento. Si realmente queremos crecer en virtud, aislarnos (quizás viendo el teléfono o un programa en exceso) no es efectivo. Debemos estar ocupados haciendo el bien. San Jerónimo, en el siglo IV, lo decía así: “Ocúpate en alguna ocupación, para que el diablo siempre te encuentre ocupado”.
¡Servir a los demás es una manera particularmente buena de mantenerte ocupado! Muchos católicos están familiarizados con las “Obras de Misericordia” tradicionales que nos ayudan a considerar lo que significa servir a los demás. Las Obras de Misericordia Corporales son: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, visitar a los presos, dar cobijo a los desamparados y visitar a los enfermos. Las Obras Espirituales de Misericordia son: amonestar al pecador, instruir al ignorante, aconsejar al dudoso, consolar al afligido, soportar con paciencia los agravios, perdonar todas las injurias y enterrar a los muertos. Hay innumerables maneras de ayudar a los demás y llegar a ellos con el amor de Cristo.
La Primera Lectura dice: “Y los que son de Jesucristo ya han crucificado su egoísmo junto con sus pasiones y malos deseos. Si tenemos la vida del Espíritu, actuemos conforme a ese mismo Espíritu.”. Cuando estamos ocupados siguiendo al Espíritu y haciendo la obra de Dios, tendremos poco tiempo para conductas que sean destructivas tanto para nosotros como para los demás.
Christine Hanus currently lives in Upstate, NY. Though she enjoys writing and her work as a catechist, Christine is primarily a wife, mother, and more recently, grandmother!
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