We’ve all heard the cliche, “When it rains, it pours”, usually referring to times of particular hardship. But what happens when it literally pours rain and there’s nothing you can do about it?
Several months ago, we began noticing black mold spots on our ceiling. After three evaluations, we finally got down to the bottom of the issue. Our attic lacked insulation and ventilation which was causing condensation and moisture to build up. The heat from our house was rising into the attic from the lack of insulation and the heat was getting trapped in there from the lack of ventilation. Since the roof was showing signs of wear and tear, we decided to do the whole kit and kaboodle at once.
When the workers arrived, they jumped right in, tearing off the old materials but when it came time to put the new shingles on, the din came to stop. Big problem. The delivery person dropped off the wrong load of supplies. Work was halted and my roof was covered with thin plastic and tar paper. The only problem was, it poured like crazy all weekend. One by one, we began noticing new wet spots on our ceilings as the water seeped through and the rain continued to fall. Workers arrived at all hours, feverishly attempting to stop further damage. Finally, Monday dawned bright and clear and they were able to finish the job.
What can we do when the rain pours into our lives or perhaps quite literally on our heads? I tend to try to take control of the situation and look for a solution and I can get frustrated if one isn’t apparent or feasible. Other times, I simply shake my head and laugh because there is absolutely nothing I can do about it.
It seems as if the Pharisees in today’s Gospel were trying to take control of the situation as well. They were accusatory as they questioned him, “Why are you doing what is unlawful on the sabbath?” And Jesus ends his reply by simply stating: “The Son of Man is lord of the sabbath.”
And that is the answer to the storms in our lives as well. The Son of Man is not only Lord of the sabbath, but of our lives as well. So as the first reading reminds us, let us “persevere in the faith, firmly grounded, stable, and not shifting from the hope of the Gospel”. He is in charge. He is in control. He’s got this. No matter how hard the rain falls.
Todos hemos escuchado el cliché, “Cuando llueve, llueve a cántaros”, que generalmente se refiere a momentos de especial dificultad. Pero, ¿qué sucede cuando, literalmente, llueve a cántaros y no hay nada que puedas hacer al respecto?
Hace varios meses, comenzamos a notar manchas negras de moho en nuestro techo. Después de tres evaluaciones, finalmente descubrimos el problema. Nuestro ático carecía de aislamiento térmico y ventilación, lo que provocaba la acumulación de condensación y humedad. El calor de nuestra casa subía hacia el ático por la falta de aislamiento y el calor quedaba atrapado allí por la falta de ventilación. Como el techo mostraba signos de desgaste, decidimos reparar todo de una vez.
Cuando llegaron los trabajadores, se lanzaron de inmediato, arrancando los materiales viejos, pero cuando llegó el momento de colocar las tejas nuevas, el ruido se detuvo. Hubo un gran problema. El repartidor dejó la carga incorrecta de suministros. El trabajo se detuvo cubrieron mi techo con plástico delgado y papel alquitranado. El único problema fue que llovió muchísimo todo el fin de semana. Uno por uno, comenzamos a notar nuevos puntos húmedos en nuestros techos a medida que el agua se filtraba y la lluvia seguía cayendo. Los trabajadores llegaban a todas horas, intentando febrilmente detener más daños. Finalmente, el lunes amaneció brillante y claro y pudieron terminar el trabajo.
¿Qué podemos hacer cuando la lluvia cae sobre nuestras vidas o tal vez literalmente sobre nuestras cabezas? Tiendo a tratar de tomar el control de la situación y buscar una solución y puedo frustrarme si una no es aparente o factible. Otras veces, simplemente niego con la cabeza y me río porque no hay absolutamente nada que pueda hacer al respecto.
Parece como si los fariseos en el Evangelio de hoy también estuvieran tratando de tomar el control de la situación. Fueron acusadores cuando le preguntaron: “¿Por qué hacen lo que está prohibido hacer en sábado?” Y Jesús termina su respuesta afirmando simplemente: “El Hijo del hombre también es dueño del sábado”.
Y esa es también la respuesta a las tormentas en nuestras vidas. El Hijo del Hombre no sólo es Señor del sábado, sino también de nuestras vidas. Por eso, como nos recuerda la primera lectura, “permanezcan firmemente cimentados en la fe y no se dejen apartar de la esperanza que les dio el Evangelio”. Él está a cargo. Él tiene el control. Él tiene esto. No importa lo fuerte que caiga la lluvia.
Feature Image Credit: Inge Maria, unsplash.com/photos/pv2ZlDfstXc
Tami Urcia grew up in Western Michigan, a middle child in a large Catholic family. She spent early young adulthood as a missionary in Mexico, studying theology and philosophy, then worked and traveled extensively before finishing her Bachelor’s Degree in Western Kentucky. She loves tackling projects, finding fun ways to keep her little ones occupied, quiet conversation with the hubby and finding unique ways to love. She works full time, is a guest blogger on CatholicMom.com and BlessedIsShe.net, and has been doing Spanish translations on the side for over 20 years.