It was another Sunday morning and we had all five kids in tow. The oldest in his inquisitive preteen stage asking me questions during the whole Mass. My timid one asking me over and over again if we could move up to the balcony so that there wouldn’t be so many people around. My youngest two boys elbowing and shoving each other because they both wanted to sit next to mommy. And my baby girl getting on and off laps, pulling hymnals in and out of the holders and wandering in and out of the pew.
Most often it feels like a train wreck. A constant refereeing of little ones just to keep them quiet so they won’t disturb those around us. Constantly reminding them to pay attention and listen because these are the greatest moments they will be living all week, something far greater than video games or Avenger movies.
But every once in a while, someone behind us gives us a compliment. “What a beautiful family you have!” “Your kids are so well-behaved.” “Well done on keeping the peace.” or “They are all so adorable, you’re doing great.” And it’s then that I realize once again that the simple things in life mean so much.
Today is the Feast of St. Pius of Pietrelcina, usually known as Padre Pio. Although he was granted the extraordinary grace of bearing the wounds of Christ, the stigmata, he lived a very simple life. He began by saying Mass at 5am and then spent most of the day hearing confessions. Although he was very sought after, he did not fall into pride or seek public attention. In fact, he rarely left the friary.
In today’s Gospel, Jesus uses a simple image to describe how we can bear fruit, by planting seed in rich soil. We all have a basic concept of how gardening works. The more a seed is watered and fertilized and receives sunlight, the better it grows. The same is true for our hearts. The more it is nourished to become receptive to God’s word, the more fruit it bears within us.
So let us not discount the simple things in life. Let us learn from them and take them in and truly allow ourselves to be transformed by them, so that we too may bear much fruit.
Era otro domingo por la mañana y traimos a los cinco hijos con nosotros. El mayor en su etapa inquisitiva de preadolescente haciéndome preguntas durante toda la Misa. Mi hijo tímido preguntándome una y otra vez si podíamos subir al balcón para que no hubiera tanta gente a su alrededor. Mis dos hijos menores se daban codazos y empujones porque ambos querían sentarse al lado de su mamá. Y mi niña pequeña subiendo y bajando de nuestras piernas, sacando y poniendo himnarios de los soportes y entrando y saliendo del banco.
La mayoría de las veces se siente como un choque de trenes. Un constante arbitraje de los más pequeños para que se queden callados y no molesten a los que nos rodean. Recordándoles constantemente que presten atención y escuchen porque estos son los mejores momentos que vivirán durante toda la semana, algo mucho más grande que los videojuegos o las películas de los Avengers.
Pero de vez en cuando, alguien detrás de nosotros nos hace un cumplido. “¡Qué hermosa familia tienes!” “Tus hijos se portan muy bien”. “Bien hecho por mantener la paz”. o “Son todos tan adorables, lo estás haciendo muy bien”. Y es entonces cuando me doy cuenta una vez más de que las cosas simples de la vida significan mucho.
Hoy es la fiesta de San Pío de Pietrelcina, generalmente conocido como Padre Pío. Aunque se le concedió la gracia extraordinaria de llevar las heridas de Cristo, los estigmas, vivió una vida muy sencilla. Comenzaba celebrando Misa a las 5 am y luego pasaba la mayor parte del día escuchando confesiones. Aunque era muy buscado, no caía en el orgullo ni buscaba la atención del público. De hecho, rara vez salía del convento.
En el Evangelio de hoy, Jesús utiliza una imagen sencilla para describir cómo podemos dar fruto, plantando semillas en tierra fértil. Todos tenemos un concepto básico de cómo funciona la jardinería. Mientras más se riega y fertiliza una semilla y recibe luz solar, mejor crece. Lo mismo es cierto para nuestros corazones. Mientras más se nutre para volverse receptivo a la palabra de Dios, más fruto da dentro de nosotros.
Así que no descartemos las cosas sencillas de la vida. Aprendamos de ellos, asumámoslos y dejémonos verdaderamente transformar por ellos, para que también nosotros podamos dar mucho fruto.
Feature Image Credit: Brigitte Tohm, unsplash.com/photos/EAay7Aj4jbc
Tami Urcia grew up in Western Michigan, a middle child in a large Catholic family. She spent early young adulthood as a missionary in Mexico, studying theology and philosophy, then worked and traveled extensively before finishing her Bachelor’s Degree in Western Kentucky. She loves tackling projects, finding fun ways to keep her little ones occupied, quiet conversation with the hubby and finding unique ways to love. She works full time, is a guest blogger on CatholicMom.com and BlessedIsShe.net, and has been doing Spanish translations on the side for over 20 years.