“Brothers and sisters: The gifts and the call of God are irrevocable.”
The first line of today’s first reading is powerful. In fact, this line from Romans 11 (verse 29) may be something that I bring into my morning or nightly prayers.
The gifts of God are irrevocable.
That means that as children we once had the gifts of joy and kindness, and even though they became cold and unloving through years of societal rules and bullying the gifts are still there, ready for us to reclaim and begin using again. Maybe you were given the gift of peace, or of tears, or of empathy, but the world made you ashamed of these gifts. I know I became ashamed of my own gift of tears and empathy, thinking it made me weird and “emotional” in a bad way. So I hid it until I was reminded that it is a gift and it was given to me for a reason.
Your gifts, though hidden, are not lost. They have not left you. They are gifts that were bestowed upon you in the name of Christ Jesus from before you were even born.
The call of God is irrevocable.
From the time you were conceived, God called you by name. It wasn’t an accident that you were brought into this world, and it’s not by accident that you read today’s reading. YOU are called. By GOD, our Father.
I know that’s scary to think about, God giving us gifts then asking us to do big things in His name, but just reflect on Jeremiah 1:5-8. “The word of the Lord came to me, saying, ‘Before I formed you in the womb I knew you, before you were born I set you apart; I appointed you as a prophet to the nations.’ ‘Alas, Sovereign Lord,’ I said, ‘I do not know how to speak; I am too young.’ But the Lord said to me, “Do not say, ‘I am too young.’ You must go to everyone I send you to and say whatever I command you. Do not be afraid of them, for I am with you and will rescue you,” declares the Lord.”
Too often we have let others define us and scare us into retreating and abandoning our calling. But the Lord reminds us that we should not be afraid. He is with us always, and He has given us these gifts and called us to use them to bring the Gospel to others. He is with us.
“Porque los dones y el llamamiento de Dios son irrevocables”.
Esta línea de la sagrada escritura es poderosa. De hecho, esta línea de Romanos 11 (versículo 29) puede ser algo que incluya en mis oraciones matutinas o nocturnas.
Los dones de Dios son irrevocables.
Eso significa que cuando éramos niños alguna vez tuvimos los dones de la alegría y la bondad, y aunque se volvieron fríos y poco cariñosos a través de los años por las reglas sociales y el maltrato, los dones todavía están ahí, listos para que los reclamemos y comencemos a utilizarlos nuevamente. Tal vez tienes el don de la paz, o de las lágrimas, o de la empatía, pero el mundo te hizo avergonzarte de estos dones. Sé que me avergoncé de mis propios dones de lágrimas y empatía, pensando que me hacía rara y “emocional” de mal sentido. Así que los escondí hasta que me recordaron que eran un regalo y que me los dieron por alguna razón.
Tus dones, aunque ocultos, no se pierden. No te han dejado. Son dones que te fueron otorgados en el nombre de Cristo Jesús desde antes de que nacieras.
El llamamiento de Dios es irrevocable.
Desde el momento en que fuiste concebida, Dios te llamó por tu nombre. No fue un accidente que vinieras a este mundo, y no es un accidente que hayas leído la lectura de hoy. TU eres llamado. Por DIOS, nuestro Padre.
Sé que da miedo pensar en eso, Dios dándonos dones y luego pidiéndonos que hagamos grandes cosas en Su nombre, pero solo reflexione en Jeremías 1:5-8. “‘Antes de darte la vida, ya te había yo escogido; antes de que nacieras, ya te había yo apartado; te había destinado a ser profeta de las naciones.’ Yo contesté: ‘¡Ay, Señor! ¡Yo soy muy joven y no sé hablar!’ Pero el Señor me dijo: No digas que eres muy joven. Tú irás adonde yo te mande, y dirás lo que yo te ordene. No tengas miedo de nadie, pues yo estaré contigo para protegerte. Yo, el Señor, doy mi palabra.”
Con demasiada frecuencia hemos dejado que otros nos definan y nos asusten para que retrocedamos y abandonemos nuestro llamado. Pero el Señor nos recuerda que no debemos tener miedo. Él está siempre con nosotros, y nos ha dado estos dones y nos ha llamado a utilizarlos para llevar el Evangelio a los demás. Él está con nosotros.
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Veronica Alvarado is a born and raised Texan currently living in Pennsylvania. Since graduating from Texas A&M University, Veronica has published various Catholic articles in bulletins, newspapers, e-newsletters, and blogs. She continued sharing her faith after graduation as a web content strategist and digital project manager. Today, she continues this mission in her current role as communications director and project manager for Pentecost Today USA, a Catholic Charismatic Renewal organization in Pittsburgh.