Today’s Gospel can be confusing for our modern era because we do not follow Jewish laws regarding clean and unclean food. It is Jesus’ words in this Gospel that explain why we are no longer obliged to abide by those laws. These laws are explained in the early books of the Bible (Leviticus, Deuteronomy, Exodus): “Any animal that has hoofs you may eat, provided it is cloven-footed and chews the cud”. This prohibits the consumption of animals like pigs and rabbits. In the time of Christ, these laws were strictly adhered to because it was understood that eating these prohibited animals would make a person unclean and therefore unable to enter the temple.
In today’s Gospel Jesus tells the crowd, “Nothing that enters one from outside can defile that person; but the things that come out from within are what defile”. He directly contradicts the laws which the Jewish people had been following since the time of Moses. Jesus is telling the people that it is what is inside them, what is in their hearts and minds, that can cause them to sin. If a person has an interior life filled with “evil thoughts, unchastity, murder, adultery, greed, malice, deceit, licentiousness, envy blasphemy, arrogance, folly”, it is those things that defile a person, not the food a person consumes. The laws do not exist for their own sake. That is to say that the reason for the law regarding clean and unclean foods is not simply to limit the food that the people could eat. Rather, they exist to cultivate the interior spiritual dispositions of the people. Therefore, what seems to be Christ’s abandonment of the law regarding clean and unclean food, is really a fulfillment of that law. He fulfills this law by focusing on what it was meant for. Namely, their interior devotion, not their exterior display of piety.
The law given in the Old Testament is exterior; its purpose was to help people prepare their hearts to accept the law that Christ gives. The law given by Christ in the New Testament is interior; its purpose is to form people’s dispositions to love God and, in turn, love others.
May we conform our hearts to that of Christ so that we can love Him with all our heart, all our mind, and all our soul.
El Evangelio de hoy puede ser confuso para nuestra época moderna porque no seguimos las leyes judías con respecto a los alimentos limpios e inmundos. Son las palabras de Jesús en este Evangelio las que explican porque ya no estamos obligados a cumplir esas leyes. Estas leyes se explican en los primeros libros de la Biblia (Levítico, Deuteronomio, Éxodo): “Se puede comer cualquier animal que tenga pezuñas, siempre que tenga las patas hendidas y sea rumiante”. Esto prohíbe el consumo de animales como cerdos y conejos. En la época de Cristo, estas leyes se cumplieron estrictamente porque se entendía que comer estos animales prohibidos haría que una persona fuera inmunda y, por lo tanto, no pudiera entrar al templo.
En el Evangelio de hoy, Jesús le dice a la multitud: “nada de lo que entra en el hombre desde afuera puede contaminarlo [] Lo que sí mancha al hombre es lo que sale de dentro” Contradice directamente las leyes que el pueblo judío había estado siguiendo desde la época de Moisés. Jesús le está diciendo a la gente que es lo que está dentro de ellos, lo que está en sus corazones y mentes, lo que puede llevarlos a pecar. Si una persona tiene una vida interior llena de “intenciones malas, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, las codicias, las injusticias, los fraudes, el desenfreno, las envidias, la difamación, el orgullo y la frivolidad. Todas estas maldades salen de dentro y manchan al hombre,” no la comida que una persona consume. Las leyes no existen por sí mismas. Es decir que la razón de ser de la ley de alimentos limpios e inmundos no es simplemente limitar los alimentos que el pueblo puede comer. Más bien, existen para cultivar las disposiciones espirituales interiores de las personas. Por lo tanto, lo que parece ser el abandono de la ley de los alimentos limpios e inmundos por parte de Cristo, es realmente un cumplimiento de esa ley. Él cumple esta ley enfocándose en para qué estaba destinada. Es decir, su devoción interior, no su demostración exterior de piedad.
La ley dada en el Antiguo Testamento es exterior; su propósito era ayudar a las personas a preparar sus corazones para aceptar la ley que Cristo da. La ley dada por Cristo en el Nuevo Testamento es interior; su propósito es formar las disposiciones de las personas para amar a Dios y, a su vez, amar a los demás.
Que conformemos nuestros corazones al de Cristo para poder amarlo con todo el corazón, toda la mente y todo el alma.
Dakota lives in Denver, CO with her husband, Ralph, and their two sons, Alfie & Theophilus. She is the Dean of Enrollment Management for Bishop Machebeuf High School where her husband also teaches. You can find Dakota at the zoo or a brewery with her family or with her nose in a book at home. For more of Dakota’s writing check out https://dakotaleonard16.blogspot.com/
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