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¡Hosanna! ¡Hosanna!

Mar 25 2018

¡Hosanna! ¡Hosanna!

Jesús, cantamos ‘Hosanna’ y también gritamos ‘Crucifícalo’. Toma nuestros corazones y acércalos a Ti cuando estamos protestando para que podamos cantar tus alabanzas en cada momento.

Tomo un ramo de palma en mi mano y con toda la emoción presente lo levanto más alto y lo muevo de un lado a otro cantando ‘¡Hosanna! ¡Hosanna!’ Todos a mí alrededor hacen lo mismo; los niños están brincando, sonriendo, y bailando mientras caminemos de la parte de atrás de la iglesia a nuestros asientos. Hay una euforia llena de alegría aquí porque es Domingo de Ramos.

Pero no demora mucho para que el ambiente cambie a uno bien serio mientras escuchemos el Evangelio. Da escalofríos pensar que tan rápido podemos cambiar de alabanza a protesta, ¿no crees? Es como si el Evangelio fuera una reflexión de nuestras propias vidas – cambiando de alabar a Dios en todas sus obras a protestar el daño que nos hayan hecho o las condiciones injustas o cualquier cosa que nos ha llenado de preocupación. Incluso Pedro, la roca más firme, se cambia de alabanza a protesta cuando niega que conoce a Jesús.

Me pregunto ¿cómo se vería si podríamos ir de alabanza en alabanza? La Resurrección nos da el fundamento para dar alabanza en lugar de protesta. Pero es difícil caminar del Domingo de Ramos por el Calvario a la Resurrección. Podemos estancarnos en el camino antes de llegar a la Resurrección. Las lecturas de hoy nos recuerden que es muy común que empecemos con alabanzas pero terminemos con protestas. Todos le cantamos ‘Hosanna’ y también decimos ‘Crucifícalo!

Pero la misericordia de Dios nos ofrece algo más profundo. Ese algo más profundo es el mismo Jesús. Jesús, el primero que caminó del Domingo de Ramos hasta la tumba vacía. Sin importar que tan grande sea nuestra protesta, Jesús lo ha visto y ya lo enfrentado. Todavía nos está ofreciendo su amor interminable. Jesús invita el amor a entrar en nuestro enojo, nuestra frustración y nuestra apatía. Abracemos esta invitación para estar envueltos en la alabanza de Dios.

¿Cuál protesta en mi vida Jesús me pide entregarle para transformarlo en alabanza?