At the risk of stating the obvious, Jesus’ ways are not our ways. I will even go so far as to say that it is as true today as it was when Jesus and the Disciples walked the earth. In today’s Gospel, Jesus uses two examples to show us what not to do and then compares that with an example of his expectation.
The first part of Jesus’s teaching is to beware of those who hold themselves in high esteem. One doesn’t need to look far to see people who feel entitled to the places of honor, who gain wealth at the expense of others, and put on a good front, who seem to have it all together on social media. Jesus is clear that these people will be condemned.
Remember, the people of Israel were looking for a king. Someone to come in and rearrange the social order so that the Israelites would no longer be subject to the Romans. Jesus is not rearranging the social order, he is completely rewriting it. It isn’t enough to want to be in power or have the seat of honor, Jesus is looking into the heart. Our prayers should not be a pretext, but a plea from the heart, a deepening of our relationship with our Creator.
In the story of the poor widow, we see Jesus respond with warmth and kindness to the poor woman who gave her all. It isn’t about the amount we give, Jesus wants all of us. Do we give of our very selves? Do we prioritize giving or do we only give what is comfortable to give, from what we have leftover after we take care of everything else?
When asked about the greatest commandment, Jesus told us to love God first, and then to love our neighbor as ourself. In this reading from Mark’s Gospel we see examples of what it looks like when we don’t put God first, when we place ourselves above our neighbors. We can’t help but be moved when our human tendency to put self first is contrasted with the poor widow who gave it all.
Lord, grant me the humility to give you my all like the poor widow and not hold anything back.
A riesgo de afirmar lo obvio, los caminos de Jesús no son los nuestros. Incluso me atreveré a decir que es tan cierto hoy como lo era cuando Jesús y los discípulos caminaban por la tierra. En el Evangelio de hoy, Jesús utiliza dos ejemplos para mostrarnos qué no hacer y luego lo compara con un ejemplo de sus expectativas.
La primera parte de la enseñanza de Jesús es tener cuidado con aquellos que se tienen en alta estima. No hace falta mirar muy lejos para ver personas que se sienten con derecho a lugares de honor, que se enriquecen a expensas de los demás y dan una buena fachada, que parecen tenerlo todo bajo control en las redes sociales. Jesús tiene claro que estas personas serán condenadas.
Recuerde, el pueblo de Israel buscaba un rey. Alguien que entrara y reorganizara el orden social para que los israelitas ya no estuvieran sujetos a los romanos. Jesús no está reordenando el orden social, lo está reescribiendo por completo. No basta con querer estar en el poder o tener un asiento de honor, Jesús está mirando al corazón. Nuestras oraciones no deben ser un pretexto, sino una súplica del corazón, una profundización de nuestra relación con el Creador.
En la historia de la viuda pobre, vemos a Jesús responder con calidez y bondad a la pobre mujer que lo dio todo. No se trata de la cantidad que damos, Jesús quiere todo de nosotros. ¿Damos de nosotros mismos? ¿Priorizamos dar o solo damos lo que nos resulta cómodo, de lo que nos sobra después de ocuparnos de todo lo demás?
Cuando se le preguntó cuál era el mandamiento más importante, Jesús nos dijo que amáramos a Dios primero y luego a nuestro prójimo como a nosotros mismos. En esta lectura del Evangelio de Marcos vemos ejemplos de cómo se ve cuando no ponemos a Dios en primer lugar, cuando nos colocamos por encima de nuestros vecinos. No podemos evitar conmovernos cuando nuestra tendencia humana a ponernos a nosotros mismos en primer lugar se contrasta con la viuda pobre que lo dio todo.
Señor, concédeme la humildad de darte todo, como la viuda pobre, y no reservarme nada.
Sheryl’s first calling is to be wife and partner to Tom, who is a candidate for the Permanent Diaconate in the Diocese of Kalamazoo. She also gets to live out her passion for teaching and learning by serving as principal at St. Therese Catholic School in Wayland, Michigan. Home is full with Carlyn, our goofy golden retriever, Lucy, our terrier mix wild child, and Mila, our very special Bernese Mountain dog.
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