I want to draw our attention to two verses from Mark’s Gospel. The first, “He entered a house and wanted no one to know about it, but he could not escape notice.” Consider this subtle yet powerful statement. Does Jesus go unnoticed in your home? Are you able to ignore His presence in your life? I pray your response is now (or will be going forward) a resounding no to both of these questions.
The other verse is a testament to the Syrophoenician woman’s faith, “Lord, even the dogs under the table eat the children’s scraps.” The scraps from Jesus are enough to heal. The very least that Jesus has to give us could transform our lives. Imagine if we embraced even a tiny bit of the blessings and graces that Jesus has to offer us — how would our lives be?
The gifts available from heaven are abundant, so we do not need to settle for the crumbs, yet if that were all we allowed ourselves to dine upon, we’d still be filled. Our lives would not be perfect or free from those things that worry, concern, or pain us, but there would be an inner peace and hope that can only come from heavenly things.
The woman came to Jesus prepared to be persistent, humbled, and assured. Her persistence was evident by the begging and her humility shown in addressing Him as Lord, willing to take whatever scraps He offered. She believed what He had said was done, because she left for home at His command. When was the last time I approached Jesus in that way, begging for assistance, humbled by His majesty and glory, and yet utterly sure that I would somehow receive a blessing, either the one I thought I needed or the one He knew I did?
What is holding you back from being fed by Jesus? Do you feel unworthy of even the crumbs from His table? How can the woman’s remarkable example of faith encourage us to approach Jesus for help more often? How can this act of faith make Jesus’ presence inescapable in our hearts?
Jesus, I believe you have so much more to offer me than I can ever accept. Lord, thank you for calling me to your banquet whether I put myself at the table for the feast or at your feet for the crumbs. Fill me with Your blessed assurance that I will never be without all I need and the grace to navigate every moment of my life.
Quiero señalar dos versículos del Evangelio de Marcos. La primera: “Entró en una casa, pues no quería que nadie se enterara de que estaba ahí, pero no pudo pasar inadvertido“. Considere esta declaración sutil pero poderosa. ¿Jesús pasa desapercibido en tu hogar? ¿Eres capaz de ignorar Su presencia en tu vida? Espero que tu respuesta sea ahora (o a partir de este momento) un rotundo “no” a ambas preguntas.
El otro versículo es un testimonio de la fe de la mujer sirofenicia: “Sí, Señor; pero también es cierto que los perritos, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños“. Las migajas de Jesús son suficientes para sanar. Lo mínimo que Jesús tiene para darnos podría transformar nuestras vidas. Imagínate si aceptáramos aunque sea una pequeña parte de las bendiciones y gracias que Jesús tiene para ofrecernos: ¿cómo serían nuestras vidas?
Los regalos disponibles del cielo son abundantes, por lo que no tenemos que conformarnos con las migajas; sin embargo, si eso fuera todo lo que nos permitiéramos comer, todavía estaríamos llenos. Nuestras vidas no serían perfectas ni estarían libres de cosas que nos preocupan o duelen, pero habría una paz interior y una esperanza que sólo puede venir de las cosas celestiales.
La mujer vino a Jesús dispuesta a ser persistente, humillada y segura. Su persistencia fue evidente por la súplica y la humildad mostrada al dirigirse a Él como Señor, dispuesto a aceptar cualquier migaja que le ofreciera. Ella creyó que lo que dijo se había hecho realidad, porque se fue a casa por orden suya. ¿Cuándo fue la última vez que me acerqué a Jesús de esa manera, suplicando ayuda, humillado por Su majestad y gloria, y sin embargo completamente seguro de que de alguna manera recibiría una bendición, ya fuera la que pensaba que necesitaba o la que Él sabía que necesitaba?
¿Qué te impide ser alimentado por Jesús? ¿Te sientes indigno incluso de las migajas de Su mesa? ¿Cómo puede el notable ejemplo de fe de la mujer animarnos a acercarnos a Jesús en busca de ayuda más frecuentemente? ¿Cómo puede este acto de fe hacer ineludible la presencia de Jesús en nuestros corazones?
Jesús, creo que tienes mucho más que ofrecerme de lo que puedo aceptar. Señor, gracias por llamarme a tu banquete ya sea que me ponga a la mesa para el banquete o a tus pies para las migajas. Lléname con Tu bendita seguridad de que nunca estaré sin todo lo que necesito y la gracia para navegar cada momento de mi vida.
Feature Image Credit: Mylene2401, pixabay.com/photos/french-bulldog-dog-animal-portrait-4616507
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