¿Que nos convencerá de la verdad, el poder y la belleza increíble de la resurrección de Cristo?
Después de su muerte, el hombre rico le pide a Abraham que mande a Lázaro a sus familiares que todavía viven para convencerlos de la necesidad de cambiar, para que eviten la tormenta eterna. Pero Abraham les contesta que no, si no responden a Moisés y a los profetas, tampoco se arrepentirán porque alguien ha resucitado de la muerte.
Para nosotros que vivimos en un tiempo después de la resurrección de Cristo, esa última línea puede ser particularmente poderoso—y quizá da un poco de miedo. ¿Verdaderamente vivimos a la luz del Señor? ¿Intentemos, en cada circunstancia, caminar por sus senderos? Cuando fallamos, ¿tenemos la humildad de hacer reparación sincera?
A veces esta temporada de Cuaresma es una especie de reinicio, otras veces es ir más a fondo, o a veces es un poco de las dos cosas. Consideramos más profundamente lo que tenemos que arrepentir y lo que tenemos que remover de nuestras vidas diarias para acercarnos a nuestro Señor.
Sin embargo, nuestra motivación debe ser diferente de lo que entiende el hombre rico. No buscamos servir a Dios y al prójimo porque temamos la tormenta de la vida después de la muerte (bueno, capaz un poquito, pero eso es secundario), sino nos mueve el amor, la caridad y la esperanza manifestada en la muerte de Cristo en la cruz y Su resurrección gloriosa después de tres días.
El temor solo nos lleva hasta cierto punto. El amor, sin embargo, nos puede llevar hasta el final del camino.