Mientras nos acerquemos al final de esta época de Cuaresma tan llena de gracia, podríamos tener la tentación de preguntarnos cómo nos ha ido. ¿Me olvidaba frecuentemente de mis propósitos cuaresmales? ¿De alguna manera he fallado en la Cuaresma del mismo modo que fallé en mis propósitos del Año Nuevo?
Si estas palabras te resuenan, estás en buena compañía. Muchas, muchas personas que encuentro durante las misiones parecen querer saber cómo les va en su vida espiritual. Pero la verdad interesante e incluso sorprendente al centro de nuestras vidas constantemente nos trae nueva esperanza. Es una esperanza que no está fundada en nuestras habilidades y talentos y victorias, sino en SU fidelidad y poder para conquistar todo por la sangre de Su cruz. Aunque tu camino espiritual y mi camino espiritual dependen de nuestra disponibilidad de seguirlo, es Él quien dirige nuestras vidas.
Si tomamos un momento para ampliar nuestra visión de la Cuaresma 2018 más allá que nuestras resoluciones, ¿Qué encontramos? Quizá vemos equivocaciones, pero lo más probable es que vemos muchas oportunidades para estirarnos y crecer en el amor, más de lo que hubiéramos podido planear en nuestras pequeñas programas cuaresmales. Así que, quizá nos encontraremos en un momento en lo cual podemos ofrecerle al Señor algo que dice la escritura es más agradable a Dios: un corazón humilde y contrito. Es decir un corazón completamente entregado a sus maneras. Y me atrevo a adivinar que si vemos por detrás con estos ojos, veremos que nuestros proyectos Cuaresmales eran mucho más ricos y variados de lo que podríamos haber imaginado. Él es quien causa los resultados. Vamos a ofrecer todo a Él.
No se queda en nuestras imperfecciones con que somos capaces de entregarlas a Él.
Dios siempre está diciendo hoy es el día de la salvación. ¿Vamos a escoger permitirlo salvarnos incluso de la necesidad de saber que hemos sido exitosos con la Cuaresma? Creo que permitirlo el espacio para obrar puede ser la clave para terminar la Cuaresma bien.