How can Jesus be God and man, divine and human, Lord of heaven and earth? Is the Messiah capable of being both true God and true man? In Mark’s Gospel, Jesus begins to enlighten the world about this truth as He places this question before the Pharisees in the form of a riddle:
“As Jesus was teaching in the temple area he said, ‘How do the scribes claim that the Christ is the son of David? David himself, inspired by the Holy Spirit, said: The Lord said to my lord, ‘Sit at my right hand until I place your enemies under your feet.’ David himself calls him ‘lord’; so how is he his son?’ The great crowd heard this with delight.” (Mark 12:35-37)
In David’s time, kings were referred to as lords. In Psalm 110, which Jesus quoted to the Pharisees, David speaks of a Lord who clearly holds authority over him. The Messiah would hail from David’s descents, how the Pharisee’s heads must have spun with confusion as they placed these few but poignant words of Jesus together.
This exchange between Jesus and the Pharisees reminds me of another question about the Messiah’s identity with his disciples. “Now when Jesus came into the district of Caesarea Philippi, he asked his disciples, ‘Who do men say that the Son of man is?’” (Matthew 16:13). The disciples share with Jesus the many responses they’ve heard during their travels, but Simon Peter’s words reveal the answer that should reside in all hearts, “You are the Christ, the Son of the living God.”
The beauty of faith is the unnecessary need to understand everything about Jesus in order to trust His teachings; to believe He truly is who He says He is. To embrace the mystical quality of God places the Lord’s authority over ours, just as King David. In awe and wonder, we, like the great crowd, can hear with delight and relish in the riddle’s magnificent conclusion. Yes, the Messiah is indeed both fully God and fully man.
¿Cómo puede Jesús ser Dios y hombre, divino y humano, Señor del cielo y de la tierra? ¿Es el Mesías capaz de ser tanto verdadero Dios como verdadero hombre? En el Evangelio de Marcos, Jesús comienza a iluminar al mundo acerca de esta verdad cuando plantea esta pregunta a los fariseos en forma de acertijo:
“Un día, mientras enseñaba en el templo, Jesús preguntó: ‘¿Cómo pueden decir los escribas que el Mesías es hijo de David? El mismo David, inspirado por el Espíritu Santo, ha declarado: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha y yo haré de tus enemigos el estrado donde pongas los pies. Si el mismo David lo llama ‘Señor’, ¿cómo puede ser hijo suyo?’ La multitud que lo rodeaba, que era mucha, lo escuchaba con agrado.” (Marcos 12,35-37)
En la época de David, a los reyes se les llamaba señores. En el Salmo 110, que Jesús citó a los fariseos, David habla de un Señor que claramente tiene autoridad sobre él. El Mesías provendría de los descendientes de David, cómo las cabezas de los fariseos deben haber dado vueltas con confusión al juntar estas pocas pero conmovedoras palabras de Jesús.
Este intercambio entre Jesús y los fariseos me recuerda otra pregunta sobre la identidad del Mesías con sus discípulos. “Cuando Jesús llegó al distrito de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos: ‘¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?’” (Mateo 16:13). Los discípulos comparten con Jesús las muchas respuestas que han escuchado. durante sus viajes, pero las palabras de Simón Pedro revelan la respuesta que debe residir en todos los corazones: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”.
La belleza de la fe es la necesidad innecesaria de entender todo acerca de Jesús para confiar en sus enseñanzas; creer que Él verdaderamente es quien dice ser. Abrazar la cualidad mística de Dios coloca la autoridad del Señor sobre la nuestra, tal como lo hizo el rey David. Con asombro nosotros, como la gran multitud, podemos escuchar con deleite la magnífica conclusión del acertijo. Sí, el Mesías es verdaderamente tanto Dios como hombre.
Feature Image Credit: GuentherDillingen, pixabay.com/photos/fog-river-valley-morning-mist-3692995/
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